La obra de Menchu es un caleidoscopio de suaves tonalidades cromáticas que captan poderosamente la atención del observador atrapando los sentidos.

 

Sugieren armonía e inducen a la relajación anímica hasta disolver toda inquietud.

 

Recorrer su obra es como planear en ala delta sobre campos de cereal agitados por el viento. Los volúmenes de tridimensionalidad insinuante que confieren preciosísimos juegos de luces y sombras dotándola de de nuevos aspectos cromáticos.

 

Verticalidad y horizontalidad se mezclan conformando cascadas libres y retenidas en un todo homogéneo.

 

Es evidente que la autora ha logrado visualizar y crear sus motivos desde un estado de conciencia superior alejado de la cotidianidad vulgar y, precisamente por ello, ha hecho de sus tapices umbral y llave; el umbral que conduce al mundo de los ensueños y la llave que abre las puertas de su percepción.

 

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Recorrer su obra es como planear en ala delta sobre campos de cereal agitados por el viento.

“Texto significa tejido… el texto se hace, se elabora en un perpétuo entretejimiento”, decía Roland Barthes.